lunes, 14 de noviembre de 2011

La última noche de Richard Páez

"Cada vez que nombraban a Ricardo yo lo sentía como una puñalada por la espalda", le confesó Richard Páez a su preparador físico Luis Apolinar luego de aquella noche del 20 de noviembre de 2007, la última en la que el merideño dirigió a la selección nacional. A su espalda, gran parte de la grada de Pueblo Nuevo le gritaba: "Saca a tu hijo / saca a tu hijo", un coro que aún retumba en el recuerdo de muchos de los protagonistas de ese duelo. Para Páez, aquel canto "fue el punto de quiebre. Esa noche se les perdió la palabra respeto del diccionario". Por eso, cuentan sus colaboradores, que antes de terminar el partido ya había tomado la decisión de renunciar a la selección nacional. "No más, se acabó", aseguran que dijo desde la raya.
Efectivamente, ese fue el último partido que dirigió Richard Páez y aunque no fuera poca cosa, el resultado pasó a ser lo de menos, pues la victoria por 5-3 "terminó en segundo plano", como el mismo ex seleccionador lo admite ahora, casi cuatro años después y justo antes de que Bolivia vuelva a visitar Pueblo Nuevo.

Un cúmulo de cosas. Si bien Páez sumaba ya casi siete años al frente de la selección nacional, más de un lustro enfrentándose a opiniones disidentes, esa noche la reacción del merideño fue distinta. "Le impactó emocionalmente mucho", afirmó Carlos Saúl Rodríguez, el psicólogo del ese cuerpo técnico. "Lo distinto fue que la crítica ya no era sobre un esquema, sobre un jugador, pasó a ser algo personal, no tenía nada que ver con el fútbol", argumentó Páez.
Para Rodríguez, la reacción tuvo que ver con "un desborde emocional. No era una reacción del momento, si no a una acumulación de cosas, a una suma de reactivos", que detonaron esa noche. "El ambiente venía cargado, la gente no estaba convencida", recordó Leonel Vielma, miembro de esa selección. A eso habría que sumarle, la muerte ese mismo año, de la madre de Richard, según recordó uno de sus asistentes, Ramón Hernández.
Venezuela llegó a San Cristóbal en esa oportunidad con una victoria, lograda en Ecuador, en los tres primeros partidos y justo después de caer apenas por un gol contra Colombia. Aún así, el equipo entró de madrugada a la ciudad y fue recibida por una multitud que "no le decía cosas buenas", como recordó Alejandro Guerra, otro miembro de aquel equipo. "Había un clima de reclamo generalizado, ni siquiera después de la Copa América, en la que por primera vez pasamos a segunda ronda, tampoco el 1-0 en Quito fue visto como un resultado importante. Recuerdo que cuando fuimos a Maracaibo (para enfrentar a Argentina), vimos que algo estaba pasando, la respuesta del público no era buena, no era la que esperábamos", recordó Richard. Según Raymond Páez, asistente técnico, la reacción respondía a una "campaña orquestada", en contra del técnico. "Había mucha presión de la FVF, que no quería al cuerpo técnico y a lo mejor quería salir de él", agregó Apolinar.
El partido tampoco fue sencillo para la Vinotinto, que se vio abajo en el marcador hasta en tres oportunidades, multiplicando el descontento. Fue entonces cuando el seleccionador decidió mover sus piezas. Primero sacó a Luis Vera por Miguel Mea Vitali y luego a Luisma Seijas por Edder Pérez, estallando la ira del público. Adentro de la cancha estaba aún Ricardo David Páez. "La gente lo vio como que sacó al hijo de la ciudad (Seijas en ese momento jugaba en el Deportivo Táchira) y dejó al suyo", recordó el psicólogo Rodríguez, quien asegura que llegó a escuchar: "Si no lo sacas tu lo vamos a sacar nosotros".
"Ese día entendí lo que sentía la gente de San Cristóbal por mi", dijo Seijas, quien asegura que luego de ese partido fue puesto en una disyuntiva, "en la que decían que yo era el culpable de lo que pasó, pero realmente no es así".
Fue cuestión de segundos entre la salida de Luis Manuel y el inicio de los gritos que luego Richard compararía con puñaladas para su espalda. "Saca a tu hijo / saca a tu hijo". El timonel explotó. "La gente nunca confió en Ricardo, a pesar de que él siempre le dio mucho a la selección", opinó Guerra, quien le tocó entrar por el hijo de Richard, cinco minutos después que iniciaran los gritos. "Tranquilo papá, que ya todo esto va a terminar", le habría dicho el volante al técnico al momento de la sustitución.
"Era como una despedida, no sé, quizás intuía lo que iba a pasar", aseguró otro miembro de aquel cuerpo técnico, el coordinador Napoleón Centeno, quien cree que "Ricardo es un excelente jugador, su infortunio es llevar el apellido Páez".
Un gol del propio Guerra y otros dos de Giancarlo Maldonado calmaron los ánimos y sellaron la victoria, la segunda en los primeros cuatro partidos de esa eliminatoria, cumpliendo el objetivo que se habían trazado antes de cerrar el 2007. Sin embargo, el ambiente en el vestuario poco tenía que ver con el de una victoria. "Era una alegría reprimida, como cuando tienes algo que celebrar, pero hay un entierro, te tienes que quedar callado", recordó Rodríguez.

El duro adiós. Pese a que Richard le había confiado a sus más cercanos colaboradores su intención de renunciar, a muchos les tomó por sorpresa enterarse, bien avanzada la noche, que la decisión era firme. "En ese hotel nuestras habitaciones estaban separadas a las del resto y durante todo el tiempo él siempre tuvo la puerta abierta, todos los días menos esa noche", recordó Centeno, amigo íntimo del ex seleccionador Muchos de sus colaboradores intentaron persuadirlo de cambiar la decisión, sin embargo Richard permaneció firme. "No sentí apoyo total, me sentí desamparado. No sentí un apoyo total de los jugadores, ni de la FVF, ni de la gente y entonces sentí que ya había cumplido mi misión".
"A la federación siempre le molestó que no nos tomáramos whisky con ellos, yo nunca me sentí conforme con el trato de parte de ellos, ni hacia nosotros ni hacia los jugadores, siempre estábamos peleando", rememoró Apolinar, quien pocos días después se reunió con Richard, y con el resto de aquel cuerpo técnico, en casa del timonel en Mérida, donde conocieron la decisión final del ex seleccionador. El fin de aquel ciclo había llegado.
Lejos de la turbulencia de aquellos días, Richard ahora es capaz de analizar la decisión con más calma: "Tomé la decisión correcta, fui digno en un país en donde esos valores son tan escasos". Atrás se quedaron casi siete años de trabajo, "en los que convertimos a los jugadores en ganadores", según la opinión de Raymond. "Dejamos un legado eterno", agregó Richard.
"Me dijo que estaba cansado de tanta presión", contó Centeno sobre una conversión en la que el merideño le justificó su decisión. "¿Si era la salida que merecía? No lo sé, pero todas las despedidas son así". Y la de Páez no fue diferente, accidentada, con un estadio casi completamente en contra, luego de un partido en el que el resultado pasó a ser lo de menos. Los gritos de aquella noche aún retumban, la noche del antes y el después de esta selección.

5 comentarios:

  1. Me parece la actitud de richard poco profesional como alguien va renunciar porque critiquen a su hijo, es la selección, tenemos derecho a opinar, no era el negocio familiar richard, arriba vinotinto!

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  2. Excelentee! Sin palabras! Todo parece una historia, esas historias que dentro de unos años se recordarán como el la consagración de lo que ahora es la Vinotinto.

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  3. Yo estuve en ese partido y grite contra Richard, pero su hijo venia jugando mal, de hecho era banca en su equipo y el técnico lo pone de titular,para colmo esa noche no lo hizo mal sino supermal, que quería flores?. De todas maneras gracias Richard, despues de Pastoriza a Ud se debe lo que hoy es la vinotinto

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  4. Joe, que sabes de profesionalismo. Richard Paez es el papa de La Vinotinto. Algunos dices que Pastoriza ?Que hizo pastoriza por Venezuela? nada. Por lo que se ve eres un chiquillo que ni hijos tendras, porque sabes que compadre, Mi hijo es intocable.

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  5. Ese día se desbordaron las pasiones y se calentó al extremo una relación equipo-fanáticada que no había madurado. Hoy creo que así como la Vinotinto ha madurado como equipo, la afición está encaminada a hacerlo. Paso a paso nos convertimos en una nación futbolera.

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