sábado, 18 de febrero de 2012

Rosales: "El recuerdo más lindo que tengo es jugar la Champions"

Aquella tarde no cabía una persona más entre los 12.600 asientos del pequeño campo del Jules Ottenstadion. El Gent llegó a esa, la sexta fecha, luego de dos partidos sin ganar y le visitaba el Standard de Lieja que luego sería campeón. En el banco, un morenito de apellido Rosales, que en aquel momento tenía el dorsal 17, se protegía del frío hasta que su técnico Trond Sollied le dijo, en la charla del medio tiempo, que iba a entrar por el francés Christophe Grondin, iniciando así la cuenta de partidos en Europa que el jueves llegó en Bucarest a los 150.
En el verano de 2007, Roberto Rosales había viajado inicialmente a Bélgica para jugar en el Anderlecht pero en las pruebas físicas los médicos lo descartaron por una supuesta debilidad en el tobillo izquierdo. El criollo, que partió en ese momento con apenas dos partidos en el torneo venezolano, encontró acomodo en el modesto Gent. “Quizás si me quedaba en Anderlecht no hubiera tenido la continuidad que tuve, no hubiera tenido tantas oportunidades”. En su nuevo equipo debutó aquel 16 de septiembre de 2007 con apenas 18 años y nueve meses de edad. "Recuerdo que estaba regresando del partido con la selección contra Panamá, el de la pelea, y me tocó jugar con una máscara porque tenía una fisura en el tabique".
Ese día jugó todo el segundo tiempo, y así siguió, arrancando minutos de partido en partido hasta la jornada 21, a mediados de febrero, cuando comenzó a aparecer en las alineaciones como titular. “Ese primer día estaba un poco ansioso, creo que era normal, también feliz por debutar. Al final creo que me salió todo bien”, tan bien que estuvo a punto de levantar su primer título, al caer en la final de la Copa de ese año.
Al principio era muy duro, es dejar a los amigos, a la familia, es dejar todo y acostumbrarte a otra vida totalmente distinta”. Obsesionado por adaptarse, aprendió inglés en seis meses y comenzó a hablar algo en francés. “El fútbol hoy te exige que te sepas adaptar, con el idioma, al rival, al terreno de juego, a todo". Hoy ya maneja varias palabras de holandés, aunque asegura no atreverse a entablar una conversación.
Tras terminar aquel primer año en la mitad de la tabla, el Gent contrató para el siguiente torneo al ex portero belga Michael Preud’homme, quien desde el primer día incluyó al caraqueño entre sus titulares. Preud’homme, casualmente, había sido el técnico que estaba en el banco rival el día que Rosales debutó con el Gent. “Siempre estaré agradecido con él porque confió en mi. Me ayudó muchísimo, es un técnico ganador". Con el ex guardameta coincidió dos años en Gent, en los que alternó entre el lateral derecho y el puesto de volante. Desde ahí celebró un subcampeonato de liga en Bélgica y su primer título, al conquistar la Copa del año 2010 al derrotar al Cercle Brugge por 3-0. En ese torneo, Rosales dio cuatro asistencias entre la semifinal y los cuartos de final. "Dar la vuelta olímpica con tu bandera es algo muy emocionante, es algo que se te queda grabado”.

El momento de partir. Su mentor Preud’homme había sido comprado por el holandés Twente en el verano de 2010 y desde el otro lado de la frontera lo mandó a pedir. Allá también lo esperaba su amigo, el costarricense Bryan Ruiz, con quien compartió uno de los momentos que más recuerda como el de su debut en la Liga de Campeones contra el Inter de Milán. “Es el recuerdo más bonito que tengo. Por la magnitud del torneo, del partido, es ese el partido que más quedó en mi memoria, ese y el del gol”, relata Rosales sobre el último partido de esa serie, contra el Tottenham en casa, en el que conectó de cabeza lo que en ese momento era el empate a dos. Fue el primer gol de un internacional vinotinto en la fase de grupos de Liga de Campeones.

En ese torneo, Rosales tuvo que fajarse con rivales de muchísimo cartel como Eto’o, Zanetti, Sneijder y Modric pero el que él reconoce como el más duro de marcar es el galés Gareth Bale, “es rapidísimo, es muy técnico”. Luego de quedar eliminados en la Liga de Campeones, su equipo pasó a la Europa League, en la que cayó en cuartos de final contra el Villarreal.

Reconocido ya en Europa como un buen lateral, a la mesa de Rosales llegaron ofertas de varios clubes al final de temporada, entre ellos Roma, al que sus agentes habían ido a tocar la puerta un año antes sin tener respuesta. El caraqueño, convertido en figura para su equipo, fue tasado en un precio tan alto que no pudo salir y se concentró en este año, en el que ya sumó los 25 partidos que le faltaban para alcanzar los 150.

“No sabía nada de esa cuenta, yo estoy dedicado en mantener la continuidad pero estoy muy contento”. Por delante aún le quedan varios años de carrera y el reto que le presenta este torneo holandés, en el que su equipo pelea a seis puntos de la cima. "Lo que quiero es seguir teniendo continuidad, seguir sumando muchos partidos más".

Sabe que en ese camino, el resto de las cosas llegan solas. Como llegaron los 150 partidos, sin que él mismo se enterara.

domingo, 5 de febrero de 2012

Caracas, cadena de tropiezos

Desde hacía ocho años la afición caraqueña disfrutaba del privilegio de recibir a varios de los mejores equipos del continente. Con su club siendo invitado regular de la justa, primero el Brígido Iriarte y luego la curva sur del Olímpico comenzaron a ver como cada año se iba sumando gente, atraída por las victorias, esas que son el alimento principal del aficionado.
La eliminación esta semana contra Peñarol quebró esa costumbre frente a un conjunto como el uruguayo que no es más que lo que fue River Plate, Liga de Quito, San Lorenzo, Chivas o Lanús los cuales algún día derrotó el mismo equipo rojo. Las largas distancias de hace una década volvieron a aparecer en aquel estadio Centenario en el que por un momento pareció enterrado el recuerdo del 3-0 de la selección de Páez o el 1-1 más reciente que cosechó el combinado de Farías.
Los gruesos errores de Renny Vega y Julio Machado los señalaron como principales acusados del descalabro, de “una mala noche” como fue calificada dentro del vestuario. Un mal partido que hubiera sido más fácil de explicar con la camada joven sobre la cancha y no con esta nueva versión, en la que los Carlos Suárez, Rómulo Otero y el resto de jóvenes pasaron a cumplir un papel secundario, en detrimento de los apellidos de mucho más peso firmados en diciembre. Ceferino Bencomo, arquitecto de este equipo, esgrimió las dificultades de sacar resultados con un plantel recién armado y al que le faltaron dos jugadores. Y justamente ahí está el primer problema de un equipo mal planificado, en el que sobró un buen volante y faltó un delantero de jerarquía.
Ante ese panorama, el técnico comenzó a trabajar el semestre bajo un esquema que se adaptaba más a las características del plantel, con tres volante y un delantero, sistema que requería un gran sacrificio de los mediocampistas, quienes debían pisar el área en grupo para no dejar desprotegido y sin opciones al que hiciera de único delantero. Sin embargo, los ensayos no fueron positivos y en Valera, el único partido oficial antes de viajar a Argentina, Trujillanos los derrotó.
Con un par de semanas de margen, el técnico optó por mover el dibujo, dejar a uno de los volantes en el banco, dejando atrás el trabajo de 20 días, lo que hace ahora imposible evaluar si la falta de claridad ofensiva fue consecuencia de un sistema que no ha cuajado o de unos nombres sin suficiente peso.
En el juicio, los errores de Vega y Machado los harán lucir como culpables de un descalabro del que efectivamente cargan buena parte de culpa pero que comenzó mucho antes de que ellos salieran a la cancha. En la mala planificación de un plantel que no encontró un delantero de área que pudiera aguantar el peso de ser única punta. En la falta de tiempo para acoplar cinco titulares, quienes intentaron reencaminar sobre la marcha el barco. En la mala elección de dos extranjeros, Fidel Pérez y Víctor Ferreira, quienes no marcaron una diferencia sobre el campo. En la falta de claridad de un técnico que mudó de esquema táctico con el reloj encima y en una cadena de errores que no salieron en la televisión aquel día pero que igualmente pesaron en el devenir de una eliminatoria sencilla para un Peñarol.
Solucionar las goteras que hay puertas adentro del equipo será un gran primer paso para mejorar la imagen sobre la cancha, firmar sobre las necesidades reales del plantel y planificar con el tiempo que necesite el timonel en darle forma al equipo son piezas que tuvo el rompecabezas rojo durante esos ocho años interrumpidos en la fase de grupos y que este año se perdieron en esa cadena de errores que sentenció el fracaso del equipo este año.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Puerto Ayacucho quedará ahora mucho más lejos

Una decisión de Conviasa alejará, aún más, a Puerto Ayacucho del mapa futbolístico. Los 550 kilómetros que separan a la ciudad del aeropuerto de Maiquetía se mantendrán, pero después de la última reestructuración de la aerolínea, la única que vuela a la capital de Amazonas, solo se podrá realizar la ruta tres veces por semana, jueves, viernes y domingos, lo que entorpecerá la logística tanto de Tucanes, como de los equipos que tengan que visitar el Antonio José de Sucre.
Al enterarse, la directiva amazonense envió un documento a la aerolínea solicitando una reconsideración. “Estamos pidiendo que por lo menos se mantenga el vuelo del lunes”, comentó la presidenta Judith Campos de Guaruya, quien además es esposa del gobernador. “Esperemos que sea una medida que tomaron por carnaval”. De mantenerse firme la decisión, el cuadro selvático tendrá que buscar otras opciones. “Será irnos en autobús”, dijo sobre un trayecto que toma cerca de 12 horas, nada más hasta Caracas, cuando en el calendario aún le restan ocho viajes y algunos a lugares tan lejanos como San Cristóbal.
La otra cara de la moneda la representan los equipos que deben viajar a Puerto Ayacucho y que ya no pueden regresar el lunes. “Nosotros tenemos ya 28 pasajes comprados para el lunes”, comentó Nelson Contreras, presidente de El Vigía, quien debe visitar la ciudad este mismo domingo.

Edwin Peraza, el recogepelotas que se convirtió en titular

El jovencito Edwin Peraza ya sabe cómo es una noche de Libertadores en el Olímpico. La vivió hace menos de un año aunque no estaba inscrito en el torneo ni había debutado en Primera. Cuando el destino del rojo ya estaba echado en la Copa, el mayor de los hermanos estaba en la pista sintética, no como jugador si no como recogepelotas en la visita de Vélez Sarsfield a la capital. La veloz progresión del vargüense lo hizo debutar cinco meses más tarde en Primera y mañana, diez meses después, ya no le alcanzará la pelota a Edgar Jiménez, Ángelo Peña y compañía, si no que compartirá con ellos en el once inicial que alineará Ceferino Bencomo contra Peñarol.
Ante la baja del expulsado Fidel Pérez, el técnico caraqueño ha decidido incluirlo como central. "Es un jugador profesional, tiene una actitud importante. Su agresividad también es notable, como su buen juego aéreo, es un muchacho que apenas tiene 19 años de edad, tiene mucho futuro por delante", señaló Bencomo, quien lo colocará al lado de Machado, quien casualmente fue central aquella última noche en la que Peraza fue recogepelotas.
"Es una bonita oportunidad", comentó, tímidamente, Peraza, quien sumó más de mil minutos en el pasado Apertura. "Es importante esa experiencia que tengo, ya se que tengo que hacer aunque hay detalles que debo corregir. En eso me ayudan mucho los compañeros que siempre me están aconsejando".
Antes de ser recogepelotas, y mucho antes de postularse para ser titular en el primer equipo, Edwin fue fanático y se sentó en las gradas para alentar al equipo del que es fanático y jugador. "Ya he vivido ese ambiente, también en el partido contra Lara. Sé manejar esa situación porque ya la he vivido, espero, con el favor de Dios, que me ayude".

El verdadero Caracas. Dentro del plantel rojo el discurso gira en torno a que en el partido de ida no se vio la imagen real del equipo, como afirmó Edgar Jiménez, capitán del camerino: "Este es un equipo de elite. Tenemos ganas de revancha porque ese partido nos dejó un sabor amargo".
Esa misma línea de pensamiento la comparten todos dentro del vestuario. "Nuestra obligación es dejar todo el alma en el partido. Si se dan las cosas para clasificar bien, si no, seguiremos hacia delante", apuntó Bencomo, que ayer siguió moldeando el once, siempre bajo el esquema de un 4-4-2.

*Nota publicada en la edición de El Nacional del 01/02/12