lunes, 14 de noviembre de 2011

El pequeño Tomás regresó a casa hecho un hombre


Hace menos de diez años Tomás Rincón se levantaba cada mañana y desde la ventana del apartamento de su familia veía la cancha de usos múltiples de la Unidad Vecinal, el terreno con dos arcos en el que dio sus primeras patadas a una pelota.
Por aquellos días, al ahora jugador del Hamburgo le conocían en los pasillos de su casa como "Tomate", apodo que trascendió hasta llegar a sus amigos y compañeros. Hoy ya son muchos más los que lo reconocen por su apellido, pues es pieza fundamental del andamiaje de la Vinotinto que mañana recibirá a Bolivia en Pueblo Nuevo, la cancha que Rincón visitaba cada domingo de su infancia y a la que volverá a pisar, por primera vez ya como un hombre, como el miembro de esta selección nacional más aclamado en San Cristóbal pues el único hijo de esta tierra presente en la convocatoria.
Para aquel sobrenombre nadie tiene una explicación. Jorge Olivares, quien lo entrenó desde antes de cumplir 10 años de edad hasta los 16, desconoce el origen del mote aunque sí tiene más de una razón para explicar el deslumbrante presente del volante, ya que desde que lo recibió en la escuela Monseñor Arias comenzó a despuntar. Allá aterrizó de la mano de Carlos Maldonado, quien colaboró en un plan vacacional, detectó al joven mediocampista y lo llevó a formar parte del equipo que había sido su rival en la final de su categoría el año anterior, cuando aún jugaba con la Escuela Rodríguez, en el que se inscribió a los cuatro años. Una vez consumado el cambio, coincidió con Leo Colmenares y formó "una máquina", como le describe Olivares quien recordó que esta temporada llegaron a encadenar 27 triunfos consecutivos, anotando 146 goles, 32 de esos firmados por Colmenares, su compañero inseparable.
De aquellos años ya Olivares detectaba en Rincón una actitud distinta: "No sólo manejaba muy bien la pelota, nunca dejaba de pelear, si se la quitaban iba y luchaba hasta que la recuperaba. Entre él y Leo se cansaron de ganar torneos municipales, estadales y hasta nacionales". Esa condición que llevó a Tomás a viajar por todo el país y a tener pasantías incluso lejos, en Francia, Italia, Chile y Argentina.
"Yo tampoco sé, desde que lo conocí lo llaman así", confesó Colmenares sobre Rincón, a quien recuerda haber visto jugar más adelantado que ahora, pues actuaba como volante ofensivo, donde lo colocaba el entrenador Rodolfo Greco, tío de Edgar Pérez Greco. Desde ahí, Leo aprovechó sus primeras asistencias, cuando ambos compartieron en el Pollo a la Broaster Jorn, nombre que heredó el equipo por el patrocinante de aquel año y que lucía en las camisetas. La de Tomás era la 24 en esa primera temporada. De esos años, Colmenares recuerda a un Rincón tranquilo, "muy humilde, respetando sus principios. Siempre ha mantenido eso, por eso ha estado donde está".
Rincón, el mayor de dos hermanos, había evolucionado hasta llegar a ser parte de la selección nacional Sub 15 cuando le tocó afrontar uno de sus mayores retos. "Estábamos regresando a San Cristóbal y le dieron la mala noticia", recordó Colmenares, quien viajaba con él cuando se enteraron que su madre había muerto en un accidente de transito. "Claro que eso le tumbó las alas pero él es un guerrero, adentro y afuera de la cancha", recordó Olivares como Tomás superó aquella situación. Recuperado, completó el ciclo de selecciones juveniles y se convirtió en el cuarto jugador salido de la escuela en jugar profesional, al debutar con el Zamora.
"Quizás es porque le daba pena y se ponía rojo, o porque comía mucho tomate, de verdad no sé", intenta descifrar Olivares sobre el apodo que conserva entre sus más íntimos, en casa de su abuela Teresa.
Desde ahí, mañana saldrá una buena cantidad de personas para ver el regreso del pequeño Tomás a Pueblo Nuevo. Ya no con la camiseta aquella patrocinada por el local de pollo a la broaster, si no con la Vinotinto.
Ya no es un niño, ahora lo llaman por su apellido, Rincón, y no por ese sobrenombre, "Tomate", del que solo su padre, Tomás Rincón, pudo dar una explicación. "Es sencillo, yo era Tomás y él Tomasito, luego tomatico y de ahí tomate".

La foto es cortesía del Prof. Olivares.
*Nota publicada en la edición del 14/11/2011 de El Nacional

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