Pedro Ramírez habla pausado, con ese cantadito que distingue a los que se crían en el occidente del país. Lo hace bajito y normalmente economiza las palabras. Cuando está fuera de la cancha es una persona muy distinta al eléctrico mediocampista en el que se convierte cuando entra a jugar.
Una vez sobre la grama es capaz de hacer cosas como la que
sufrió la defensa de Trujillanos, a la que dejó en la lona tras dos regates dentro
del área que le permitieron firmar uno de los goles más bonitos del semestre y
el boleto a la semifinal de Copa Venezuela, que comenzará esta noche en Barinas
ante Estudiantes de Mérida (7:00 pm).
Pensando en este partido, Noel Sanvicente guardó el domingo
al panameño Gabriel Torres, a su delantero Juan Falcón y a Ramírez, la
sensación del cuadro llanero. Un delantero convertido en volante que asegura
haber terminado una temporada como el líder goleador de un torneo juvenil con
69 celebraciones. "Una vez ganamos 15-0 y yo anoté los 15", cuenta y
se ríe.
Nació hace 20 años en Barrancas, un pueblito al borde de la Troncal 5, que pasó a ser
la carretera vieja desde que construyeron la autopista José Antonio Páez.
"Desde carajito me gusta jugar así, con el regate en corto", dice. No
jugó nunca futbolito, asegura, pero desarrolló esa habilidad para resolver
sobre el espacio de una teja que tienen los que se dedican a jugar en canchas
más pequeñas.
Ramírez es de esos jóvenes que pasan años siendo prospectos.
De esos de los que de cada 10 sólo unos pocos llegan a ser lo que se espera. Debutó
con 18 años de edad en la
Copa Venezuela de 2010 anotándole al Lara FC. "Desde ese
día tomé esto como una profesión", asegura. Terminó el bachillerato y se
dedicó de lleno al equipo, sin embargo, con la llegada de Oscar Gil al banco
pasó a ser la última opción a la hora de armar el once.
Le tocó esperar, hasta que aterrizó Noel Sanvicente al
equipo. "Es de esos técnicos que si uno anda mal no juega. Es muy
estricto, si uno llega tarde lo multan, si te suena el teléfono en el almuerzo
también", destaca Ramírez.
Con esos cambios, su gambeta volvió a tener cabida en elonce y, hasta ahora, ha respondido a tal punto de que Chita estima que tiene
las herramientas para llegar a jugar en la selección en algún momento. Mientras
termina de cocinarse, Sanvicente lo aprovecha y a él le encomienda buena parte
de las opciones de su Zamora.
*Nota publicada en la edición del 31/10/2012 de El Nacional. La foto es del Departamento de Prensa del Zamora.