Hace un año y seis meses, Robbie
Rogers rescató a Estados Unidos de lo que parecía ser la cuarta derrota
consecutiva ante su vecino y archirival México. Un duelo que levanta pasiones
de cada lado de la frontera y que se calmó tras el gol del volante californiano, el tercer cambio de Jurgen Klinsmann esa noche en Filadelfia, que
significó el definitivo 1-1.
Ese fue el segundo y último gol
que anotó Rogers, de 25 años de edad, con la selección estadounidense a la que
llegó luego de cumplir un exitoso ciclo en la Sub 18, en la Sub 20 y en el equipo olímpico con el que jugó
los Juegos de Pekín en 2008. Ese mismo año quedó campeón en la MLS junto al barquisimetano
Alejandro Moreno en el Columbus Crew y tres años después emigró a Inglaterra para
jugar con el Leeds United. Su carrera parecía en ascenso pero hace dos semanas,
18 meses después de ser el héroe de su selección, anunció su retiro al tiempo
que se declaraba homosexual en su blog.
“Durante los últimos 25 años he
tenido miedo, miedo de mostrar quién era realmente. Siempre pensé que podía ocultar este secreto”, escribió el
estadounidense en su carta de despedida.
En su perfil de la MLS Rogers se declaraba fanático del surf,
del ping-pong y del sueco Zlatan Ibrahimovic. Afirmaba tener tres hermanas y un
hermano menor. En ningún momento había declarado su preferencia sexual. “Me
llevaba muy bien con él, sabía lo importante que era para el equipo porque era
un jugador determinante. Dentro del camerino era profesional, como todos, nunca
tuve un problema con él”, recordó Moreno, quien perdió contacto con él luego de
compartir por tres años en el vestuario del Crew.
Moreno y Rogers en un partido del Columbus. Foto: MLS |
Una bomba. La noticia revolucionó los diarios ingleses y
estadounidenses, que recordaron casos parecidos como el del inglés Justin Fashanu, quien se declaró homosexual en 1990. O el del sueco Antón Hysen, quien
hizo lo mismo en una revista en 2011. El primero se suicidó ocho años después
de dar a conocer la noticia, tras ser acusado falsamente de agresión sexual en
Estados Unidos. El segundo se mantiene jugando, en la segunda división sueca.
Para Rogers, la decisión de hacer
pública su preferencia le llevó inexorablemente al retiro, por lo que rescindió
el contrato que tenía con el club inglés Stevenage. “Imagino que sintió que era
una situación muy difícil de manejar, que se sentía mejor si no continuaba
jugando”, opinó Moreno. “Robbie era un tipo callado, tal vez no se sentía
cómodo al hacer de esto una gesta, o de llevar la bandera de una causa. Pero sí
creo que tuvo mucho coraje y demostró tener mucha personalidad y temperamento
para reconocer lo que es, me da una sensación de mucho orgullo”.
Las palabras de apoyo del
venezolano no son las primeras que recibe Rogers. “Ayer pensaba que él era un
muy buen jugador y aún hoy pienso lo mismo. Si quiere volver al juego, debe
saber que tiene las puertas del equipo abiertas”, aseguró Frank Klopas, técnico
del Chicago Fire, al Huffington Post.
El plantel del Seattle Sounders incluso grabó un video apoyándolo. El ex
portero Kasey Keller, el ex defensor Eddie Pope o su ex compañero en la
selección Sacha Kljestan tuvieron gestos similares al mostrarle públicamente su
apoyo. Junto a ellos, varias asociaciones que defienden los derechos de los
homosexuales se pronunciaron a favor.
“Todo lo que salió al público
fueron reacciones de apoyo. También hay que tomar en cuenta que generalmente
las reacciones que no son de apoyo no salen al público, se dan en actos de
cobardía o de ignorancia, en donde nadie se da cuenta”, valoró Moreno.
“Gracias a todos por todo el
apoyo y el amor, no me esperaba esto”, respondió Rogers en su cuenta de
Twitter, retratando la personalidad tímida que describió su ex compañero
venezolano.
Paso al costado. Pese a las voces que le invitan a seguir jugando,
Rogers parece estar seguro de su decisión. “Es tiempo de descubrir cosas fuera
del fútbol. No podría estar más feliz con mi decisión. Me di cuenta de que solo
podía disfrutar realmente de mi vida una vez hubiera sido honesto. Mi secreto
se ha ido, soy un hombre libre”, escribió en su blog, el día que decidió hacer
público el tema.
“Esperemos que de aquí a futuro,
este tipo de cosas no sean grandes eventos y vivamos en un mundo en el que los
jugadores en un camerino y afuera, sean evaluados por su desempeño, mas allá de
otras cosas”, instó Moreno.
Rogers fue uno de los mejores jugadores de la MLS en 2008 |
“Hay futbolistas gays, pero no lo
declaran porque creen que no serían aceptados en estas organizaciones de
hombres”, comentó hace años Josepp Blatter, presidente de la FIFA, al diario The Times. Esa idea la respalda Ellis
Cashmore, autor de un estudio sobre la homosexualidad en el fútbol citado por
David Ruiz Marrull en un artículo publicado en el blog de Martí Perarnau. “Es
inconcebible que ninguno de los 500.000 jugadores profesionales alrededor del
mundo sea gay. Queda claro que la cultura del fútbol es prohibitiva. Por eso
los homosexuales no tienen ni la confianza ni las ganas de salir del armario”.
“Eso es lo realmente triste de
todo esto, que Robbie haya tenido que retirarse, que un tipo talentoso no esté
jugando más al fútbol porque la gente aún no ha aceptado que es parte de una
realidad”, prosiguió Moreno.
Sin embargo, esa cultura
prohibitiva va más allá del fútbol. El jugador de rugby Gareth Thomas o el
basketbolista John Amaechi esperaron hasta el final de sus carreras para hacer
pública su homosexualidad por temor a encontrarse con personas como Luciano
Moggi o Tim Hardaway. El primero fue alto directivo de la Juventus y en su momento
aseguró que “los gays no pueden ser futbolistas”. El segundo fue también
basketbolista y aseguró que “odio a los gays, no los quiero en mi equipo”.
El venezolano Moreno cree que eso
debe cambiar. “Sería una situación dura –dice sobre si un jugador declarara su
homosexualidad– pero dentro de un camerino sería fácil. Lo difícil sería
proyectar el apoyo cuando salga de su área de protección como lo es el camerino.
La gente aún no entiende eso”.
Antes de averiguar si lo que dice
Moreno es verdad, Rogers prefirió tirar la toalla.
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