domingo, 5 de febrero de 2012

Caracas, cadena de tropiezos

Desde hacía ocho años la afición caraqueña disfrutaba del privilegio de recibir a varios de los mejores equipos del continente. Con su club siendo invitado regular de la justa, primero el Brígido Iriarte y luego la curva sur del Olímpico comenzaron a ver como cada año se iba sumando gente, atraída por las victorias, esas que son el alimento principal del aficionado.
La eliminación esta semana contra Peñarol quebró esa costumbre frente a un conjunto como el uruguayo que no es más que lo que fue River Plate, Liga de Quito, San Lorenzo, Chivas o Lanús los cuales algún día derrotó el mismo equipo rojo. Las largas distancias de hace una década volvieron a aparecer en aquel estadio Centenario en el que por un momento pareció enterrado el recuerdo del 3-0 de la selección de Páez o el 1-1 más reciente que cosechó el combinado de Farías.
Los gruesos errores de Renny Vega y Julio Machado los señalaron como principales acusados del descalabro, de “una mala noche” como fue calificada dentro del vestuario. Un mal partido que hubiera sido más fácil de explicar con la camada joven sobre la cancha y no con esta nueva versión, en la que los Carlos Suárez, Rómulo Otero y el resto de jóvenes pasaron a cumplir un papel secundario, en detrimento de los apellidos de mucho más peso firmados en diciembre. Ceferino Bencomo, arquitecto de este equipo, esgrimió las dificultades de sacar resultados con un plantel recién armado y al que le faltaron dos jugadores. Y justamente ahí está el primer problema de un equipo mal planificado, en el que sobró un buen volante y faltó un delantero de jerarquía.
Ante ese panorama, el técnico comenzó a trabajar el semestre bajo un esquema que se adaptaba más a las características del plantel, con tres volante y un delantero, sistema que requería un gran sacrificio de los mediocampistas, quienes debían pisar el área en grupo para no dejar desprotegido y sin opciones al que hiciera de único delantero. Sin embargo, los ensayos no fueron positivos y en Valera, el único partido oficial antes de viajar a Argentina, Trujillanos los derrotó.
Con un par de semanas de margen, el técnico optó por mover el dibujo, dejar a uno de los volantes en el banco, dejando atrás el trabajo de 20 días, lo que hace ahora imposible evaluar si la falta de claridad ofensiva fue consecuencia de un sistema que no ha cuajado o de unos nombres sin suficiente peso.
En el juicio, los errores de Vega y Machado los harán lucir como culpables de un descalabro del que efectivamente cargan buena parte de culpa pero que comenzó mucho antes de que ellos salieran a la cancha. En la mala planificación de un plantel que no encontró un delantero de área que pudiera aguantar el peso de ser única punta. En la falta de tiempo para acoplar cinco titulares, quienes intentaron reencaminar sobre la marcha el barco. En la mala elección de dos extranjeros, Fidel Pérez y Víctor Ferreira, quienes no marcaron una diferencia sobre el campo. En la falta de claridad de un técnico que mudó de esquema táctico con el reloj encima y en una cadena de errores que no salieron en la televisión aquel día pero que igualmente pesaron en el devenir de una eliminatoria sencilla para un Peñarol.
Solucionar las goteras que hay puertas adentro del equipo será un gran primer paso para mejorar la imagen sobre la cancha, firmar sobre las necesidades reales del plantel y planificar con el tiempo que necesite el timonel en darle forma al equipo son piezas que tuvo el rompecabezas rojo durante esos ocho años interrumpidos en la fase de grupos y que este año se perdieron en esa cadena de errores que sentenció el fracaso del equipo este año.

3 comentarios:

  1. Muy buena, Ceferino debe definir un sistema táctico definitivo, y no andar jugando entre el 4-5-1 y el 4-4-2

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  2. Gran nota estimado Daniel...

    Los invito a pasar por la mia, alusiva al mismo tema: http://desdelaguacamaya.blogspot.com/2012/02/caracas-fc-aun-te-sientes-grande.html.

    Saludos y felicidades por el blog.

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