martes, 28 de mayo de 2013

El campeón del pollo guisado


Una de las cosas que más le costó a Noel Sanvicente a la hora de convertirse en entrenador fue marcar distancia con tipos con los que hasta hacía unos meses compartía vestuario. Una tarde a finales de 2002, Caracas le ofreció sustituir a Rafa Santana al ex jugador, quien acumulaba experiencia con el filial del cuadro rojo. "Lo habló muy claro, me dijo que eramos amigos pero que ya no podíamos hacernos las mismas bromas pesadas de antes. A los dos nos costó, incluso discutimos, era un cambio fuerte", recordó David McIntosh, miembro de aquel Caracas de la temporada 2002-03, el primero que dirigió Sanvicente y con el que sumó la primera de las seis estrellas que lo convirtieron el domingo en el entrenador más ganador del fútbol venezolano.
A Sanvicente le tocó dirigir el barco -que también tenía a Stalin Rivas y Ederlei Pereira, entre otras figuras- durante las últimas fechas del Apertura, el cual le ganaron a Italchacao al derrotarlo en la última jornada. Tras ese éxito, la directiva roja le extendió la confianza para dirigir el Clausura. "Mi aprendizaje y mis conocimientos se los debo a la familia Valentiner. Esa etapa con ellos fue una escuela", rememoró Sanvicente sobre su primera estrella. La sexta en ese momento del Caracas, en la cual tuvieron que derrotar al Unión Atlético Maracaibo en la final.
"Siempre tuvo su carácter, cuando tiene que darte confianza te la da pero cuando tiene que meterte en la línea lo hace", asegura Diony Guerra, autor de dos goles en el partido del título. "A ese partido sólo fueron las esposas de los jugadores", rememoró como anécdota el DT.

Enseñanzas.
En sus años en el Caracas, Sanvicente convivió con varios de los mejores entrenadores de la época y con Guillermo Valentiner, el estricto presidente del equipo, con quien siempre guardó una gran empatía. Desde pequeño, el actual entrenador de Zamora mostraba una actitud apegada a sus principios. "Siempre le gustó irse a jugar fútbol pero nunca se escapó, siempre pedía permiso", recuerda María Sanvicente, la madre del estratega. Esa rigidez, según el propio guayanés, es una de las razones que explican su éxito."¿Qué soy duro? Sí, pero mira como los jugadores me quieren. Aquí no hay secretos, lo que hay es un método", sostiene con firmeza.
"Nadie me va a cambiar mi manera de trabajar". No obstante, ha sido el mismo entrenador quien se ha ablandado ligeramente eso con el tiempo. "Hoy es más cercano con los jugadores", afirma Dario Figueroa, quien conquistó dos títulos con él en Caracas y ahora uno en el Zamora.
Junto a la disciplina, Sanvicente es un aficionado al trabajo. "Cuando llegamos a Barinas, él quería trabajar día y noche y le dije que parara, que tenía que darle tiempo al equipo para que reaccionara", recuerda Bismary de Sanvicente, su esposa, quien ya no se sorprende de encontrarse a su esposo estudiando videos o repasando jugadas en la casa.

Otro rostro.
En su hogar, el guayanés ya no es el tipo con cara de bravo que ven sus jugadores. "Si lo vieras por un huequito no crees que es él", asegura su esposa. "En la casa es un payaso, yo lo veo serio y me da risa porque sé que en la casa no es así. Cuando estamos juntos, somos nosotros los que decidimos lo que va a hacer".
En Barinas, Sanvicente ya no contaba con los Rivas, Guerra con los que ganó su primer título o los Castellin, Rojas o Mea Vitali que le ayudaron en algunos de los siguientes, sin embargo, eso lo que hizo fue reforzar sus ideales. "Tenemos un lápiz para cambiar la historia", le dijo a sus jugadores Sanvicente, quien es descrito por su esposa como un soñador.
Entre aquella final contra el Maracaibo y la del domingo frente al Anzoátegui, el guayanés se convirtió en el entrenador con más títulos en la historia del torneo venezolano y superó a leyendas de la dirección técnica como Orlando Fantoni o Walter Roque. "Esa cuenta se la dejo a ustedes los periodistas, yo me siento joven para seguir trabajando. No quiero un trofeo para tenerlo en una vitrina", respondió Sanvicente. "Hoy celebrará, pero mañana ya empezará a trabajar para ganar la séptima estrella", afirmó Figueroa.
Antes de comenzar a planificar la próxima estrella, el entrenador se refugiará en su familia, será el padre desordenado que cuenta su esposa, quien recorta y guarda cada artículo de periódico que sale sobre él en un gran archivo. Acompañará a su hijo Noel Alejandro a sus entrenamientos y a su hija Valeria a lo que ella decida hacer. Les intentará reponer el tiempo que pasó este año dedicado a Zamora y comerá su plato preferido: el pollo guisado de su mamá.
Ahí sí que se siente realmente campeón Sanvicente.

sábado, 25 de mayo de 2013

El turco Gaziantepspor quiere al venezolano Velázquez




Casi desde la frontera entre Turquía y Siria, en Gaziantep, un directivo del cuadro local, el Gaziantepspor, contactó al representante del guayanés José Manuel Velázquez para hacerle llegar su intención de contratarlo para la próxima temporada.
Cortesía Panathinaikos
El central guayanés, que llegó a ser titular en Liga de Campeones pero terminó jugando apenas 17 encuentros, recibió con agrado la propuesta, sin embargo, para poder hacer su maleta y partir debe cerrar unos aspectos económicos con el Panathinaikos, con el que jugó la última temporada.
En Atenas, Velázquez aún tiene unos temas económicos que resolver por lo que su agente, Pablo Martínez, explicó ayer que aún no puede sentarse a negociar con el club turco.
En el Gaziantepspor, el guayanés se encmás importantes de Turquía.
ontraría con un club más modesto pero con una mejor salud económica, que durante los últimos diez años ha servido de trampolín para varios futbolistas que luego terminaron jugando en clubes
En el último torneo, el Gaziantepspor finalizó décimo, sin posibilidades de jugar competición europea en el próximo curso. 
De concretarse, sería el segundo venezolano en jugar en Turquía luego de Renny Vega, quien fue parte del Bursaspor y del Denizlispor.

martes, 21 de mayo de 2013

Maceira es el primero que va a dormir



"Epa chamo, ¿tu no eres el del sombrerito?", le preguntaron a Eduardo Maceira hace unos días. El volante de la selección Sub 17 cuenta la anécdota y mira hacia el piso con pena, la misma que, asegura, sintió cuando lo reconocieron por una jugada que realizó en el Suramericano mientras estaba en el gimnasio al que siempre ha ido.
"¡Claro que sí, tu eres el número ocho!", le comentó otra persona y él lo cuenta con la misma verguenza. Ya sin la armadura vinotinto, el mediocampista no es más que otro estudiante del cuarto año de ciencias del caraqueño Colegio Los Arcos y eso es algo que no parece incomodarle.
Camina por los pasillos del colegio con una chemise marrón, en los cuales encuentra algún niño que le comenta a otro: "Ese es el que clasificó al Mundial". En la cantina, sin embargo, siguen cobrándole al día cada consumo, por lo que Maceira no se preocupa y trata de retomar su vida en el mismo punto que la dejó antes de jugar el Suramericano.
"Nunca me creo más que nadie", afirma el jugador, aficionado por la matemática y quien asegura llevar promedio de 16 en su boleta. Según sus compañeros de clase, es de los que cada gran torneo compra su album de barajitas y trata de llenarlo. De los que se reúne con sus amigos a jugar Playstation aunque rara vez le ven celebrando.
Pese a su esfuerzo por mantener el mismo orden, durante el mismo Suramericano Maceira comenzó a ver que algo estaba cambiando. Cuando encendía su teléfono celular recibía entre 400 y 500 mensajes de entre familiares y amigos. "En serio, no exagero", reafirma sobre la cifra. "Sólo una vez lo vi creerse gran cosa, después que tenía seis meses en el Real Esppor y ya era el mejor de su equipo pese a que era el menor. Ahí lo agarré, le dije cuatro cosas y listo", asegura Bernardo Jurado, vecino del mediocampista y amigo de su familia.
Desde la cuna. Los primeros recuerdos de Maceira y el fútbol fueron sobre las piernas de su padre, Reinaldo, graduado de ingeniero civil, quien le ponía frente al televisor para ver los partidos del Real Madrid, del que es fanático. Desde los cuatro años de edad comenzó a jugar.
La foto familiar la completa su hermano Daniel, dos años menor, y su madre Claudia Galarraga, prima del lanzador Armando Galarraga. "Siempre fue un jugador distinto", asegura Jemmyl Lamprea, su entrenador entre los ocho y los 10 años de edad.
"Era muy inteligente para jugar aunque le costaba sacrificarse, me alegra ver que ha mejorado eso", prosiguió el entrenador.
Desde pequeño, Maceira recuerda haber jugado como un volante de primera línea con salida y una buena cuota de gol. "Un día jugábamos contra el Centro Ítalo y él solo desenredó el partido con tres goles", recordó Ernesto De Lemos, compañero del mediocampista desde preescolar. Como esa historia hay varias.El sombrerito con el que generó el gol de Andrés Ponce contra Uruguay y por el que le reconocieron en la calle era algo que ya había practicado."Cada año hacía tres o cuatro de esos", aseguró Omar Serrano, otro de sus compañeros en el equipo del colegio.
Pese a que sus allegados le destacan como dueño de un talento por encima del promedio, la cualidad que todos le destacan es la perseverancia. Mientras sus amigos ocupaban las noches de los viernes, Maceira descansaba. "Lo recuerdo más de un partido reclamando que era el único que estaba corriendo, y tenía razón, muchas veces era así", explica Jurado.
"No faltaba a un solo entrenamiento, eso es algo que no tiene casi nadie", agregó Serrano, quien recuerda más de una fiesta a la que su amigo prefirió no ir.
Con esa mezcla de capacidad y dedicación, el joven jugador disfruta del primer logro de su incipiente carrera con la clasificación al Mundial. Aunque este fanático de Cristiano Ronaldo y de Tomás Rincón prefiere seguir pasando desapercibido en la calle, jugando playstation con sus amigos y escuchando reguetón.
Las noches de los viernes, promete, seguirán siendo para descansar y prepararse para los partidos de los sábados. La fórmula le ha dado resultados y no tiene motivos para cambiarla. Aunque es el alumno más famoso de su colegio, él no tiene problemas en pagar cada vez que pide algo en la cantina.

jueves, 9 de mayo de 2013

Trujillanos palpita con el corazón de Pedro Vera



Pedro Vera entró al quirófano de la Clínica Ascardio, al este de Barquisimeto, hablando de fútbol con su cardiólogo, un fanático de Yaracuyanos. Él trataba de convencerlo de que se hiciera aficionado de Trujillanos, dos días después de que iniciaran el Clausura derrotando a Portuguesa 1-0. Esa tarde, el entrenador de 54 años de edad tuvo que despedirse momentáneamente de sus muchachos. Desde ese día, el equipo tuvo un motivo más para pelear como lo hizo en este torneo, el cual puede ganar el domingo si tiene un poco de suerte.
Cada partido se lo dedicábamos a él, intentamos hacer las cosas bien para que las terapias las hiciera mejor, para que estuviera contento”, explicó Genlis Piñero, uno de los delanteros. “Los chamos siempre estuvieron pendientes, me llamaban a mi o a mi esposa”, contó Vera, quien también recibió mensajes de ex jugadores como Copete, Velez, Armúa o Ynmer González.
Durante ese tiempo, el timón lo heredó Leo González, a quien Vera entrenó desde que era un juvenil y se formaba para ser el defensor central de la selección que fue. “Es un tipo muy cercano, con mucha experiencia, de los que se sienta a hablar con cada jugador”, opinó Omar Perdomo, otro de los goleadores. Luego de ese triunfo ante Portuguesa, el equipo ganó otros siete juegos y se mantuvo arriba en la tabla. “Este es un grupo muy joven pero que tiene mucha hambre. Al comienzo no prometía ganar pero como se fueron dando las cosas, se acopló y empezó a darle toque a los grandes”, opinó el mediocampista Ronald Ramírez, haciendo referencia los empates en casa de Caracas y Táchira y la victoria en casa contra Mineros.

Pedro Vera / Foto de GolAurimarron
Una fiesta espera.
Los pilares del plantel trujillano se vaciaron sobre una base de jugadores de la zona y un grupo que adoptó Valera como su hogar desde hace varios años. "Este es un pueblo pequeño y todo el mundo se ve por ahí, todo el mundo te mira, te quiere saludar y sacarse una foto. No me imagino un campeonato aquí, si con la Copa Venezuela fue una locura, no sé como sería”, opinó Perdomo.
os. Del primer grupo destacan Edixon Cuevas, Víctor Sifontes o Perdomo. Del segundo, Luis Rojas, Arquímedes Figuera o Piñero. “
El domingo, Trujillanos visitará al Anzoátegui con la necesidad de ganar y esperando que Zamora no lo haga. Así podrá entregarle una alegría al corazón de este equipo: Pedro Vera. El arquitecto y la motivación de este grupo, quien desde enero tiene tres bypass que le acompañan cada latido. El domingo volvió a dirigir desde el banco por una suspensión de Leo González, justo a tiempo para vivir en primera fila esta emocionante definición de torneo. 

 *Nota publicada el 09/05/13 en El Nacional

martes, 7 de mayo de 2013

Noel Sanvicente está ante su obra maestra


El cinco de junio del año pasado, cuando Noel Sanvicente se presentó como entrenador del Zamora, comenzó a sembrar la semilla. "Desde el primer día nos dijo que quería que fuéramos campeones", contó Arles Flores, parte de esa primera avanzada que comenzó a trabajar antes que ningún otro equipo. Dos semanas después se reportó el resto del grupo, con el cual el entrenador comenzó a darle forma al equipo que desde el domingo es el líder en solitario del Clausura y el primer candidato para ganar el título el domingo.
Cuando reunió a todos sus jugadores, Sanvicente se encontró con apenas un par de jugadores con un papel protagónico en la conquista de una liga: Figueroa con Maracaibo y Caracas, Zafra en Táchira y los últimos herederos del título del Zamora en 2011 como Flores y Galezo. "El 100% del mérito de este equipo es de él", comentó este último sobre el entrenador, campeón cinco veces con el Caracas. "Él está aplicando lo que ha aprendido ganando tantos títulos. Es un entrenador que exige mucho y que saca lo mejor de cada uno de los jugadores", agregó el zaguero.
Los números respaldan la teoría de Galezo, suplente actualmente de la segunda mejor defensa del Clausura luego de haber sido la tercera más goleada en el Apertura del año anterior. Otro ejemplo es Gabriel Torres, quien suma este año más del doble de los goles que había hecho en sus cuatro equipos anteriores mientras Juan Falcón está a una celebración de igualar la cantidad de tantos que había anotado en sus cinco campañas anteriores como profesional.
"Él es un técnico ganador y le gusta trabajar mucho, dice que es la única manera de cambiar las cosas. Así gane 5-0 él encuentra detalles que corregir", explicó el portero Álvaro Forero. "Siempre quiere más de nosotros, a veces vamos arriba 3-0 y él está dando más y más indicaciones", le describe Flores.

A la callada.
Dentro del vestuario de La Carolina, la consigna ha estado siempre en darle prioridad al equipo por encima de las individualidades. En parte por la ausencia de apellidos muy conocidos pero también por una orden de "Chita" Sanvicente, quien pese a ser la figura más reconocida del equipo, condicionó su llegada y su continuidad a la estabilidad económica del resto del plantel. “Dice que las cosas se hacen bien o no se hacen", cuenta Forero.
Para fortalecer el grupo, ha organizado parrillas casi cada quince días. "Es un grupo que está muy comprometido", explicó Flores. "Todos somos obreros, todos jalamos para el mismo lado", apuntó Galezo, pieza de este Zamora que, al igual que le pasó al del Clausura 2011, se convirtió en el equipo chico que reta a los gigantes.
"Sabemos que en otros equipos hay jugadores que ganan mucho más dinero pero `Chita’ siempre nos repite que para ser grandes que hay ganarle a los grandes", explicó Flores. "Ellos se armaron para ser campeones pero nosotros nos hemos fajado para llegar hasta aquí", agregó Forero. Y ese aquí al que se refiere el portero es a un pasito de conquistar el título del Clausura.

*Nota publicada el 07/05/2013 en el diario El Nacional