domingo, 30 de septiembre de 2012

Candado al cementerio


El cementerio de los equipos del fútbol venezolano aún tiene las puertas abiertas. El tiempo lo ha obligado a crecer, lo suficiente como para guardar los más de 14 títulos que ahí reposan tras la defunción del Deportivo Portugués, Galicia, Canarias, Atlético Táchira o Maracaibo. Si fuera una parcela, tendría que tener más de una veintena de lápidas. Si fuera un resumen en papel, necesitaría casi una cuartilla. El último de ellos tendría que tener un punto y seguido, obligado por la permisividad de las reglas de un campeonato que protege primero al organizador, la FVF, antes que a cualquier otro de los actores.
En este concierto, el único que puede garantizar que sus deudas serán canceladas es la federación, que se asegura de cobrar los montos de inscripción de los equipos a partir de los ingresos de televisión. Los conjuntos, por su parte, firman contratos de patrocinio a la espera que estos se cumplan en algún momento de la temporada con el riesgo, para muchos, que aún recibiendo la totalidad de ellos no tendrán suficiente para cubrir todo el presupuesto anual.
Los jugadores no están menos expuestos. Firman contratos millonarios y algunos llegan a acumular deudas que no se cumplen si no hasta un par de años, después de un corrosivo proceso que puede llegar a tribunales internacionales.
El último en caminar por la cornisa y asomarse al despeñadero ha sido el Lara, uno de los dos equipos con la nómina más costosa del circuito. Su principal músculo financiero, Tracto América, cerró la transfusión de dinero y el club quedó a la deriva, subsistiendo de unos contratos de patrocinio y una taquilla que no sostienen una inversión de ese tamaño. Víctima de un modelo en el que abundan las gobernaciones y alcaldías que ajustan los números rojos del balance con el crédito político que le permite sumar votos en la siguiente elección.
Desde la FVF defienden que es poco lo que pueden hacer y, ante el panorama actual, es cierto. Ni está en sus manos dirimir la propiedad legal de la franquicia, para que este pueda ser vendida, ni es su responsabilidad honrar los contratos que uno de sus afiliados no ha podido pagar. Sin embargo, la FVF, en su papel de organizador del torneo, sí pudo haber exigido mayores garantías a un club con unas responsabilidades económicas tan altas.
El problema hoy del Lara es puntual, de una directiva que se comprometió a pagar un dinero que hoy no tiene. Y de unos jugadores que deben arreglárselas para recortar sus gastos tras recibir una quincena de las siete que le adeudan. No obstante, el virus de ese plantel afecta un torneo en el que conviven otros 17 equipos y la misma FVF que deben, entre todos, conseguir condiciones que permitan una mayor sanidad económica.
Establecer condiciones para un ecosistema más estable, equiparar los gastos con los ingresos ordinarios, convertir al torneo ­y a cada uno de los clubes­ en productos mercadeables capaces de generar ganancias y permitir el acceso de los equipos a los dólares preferenciales son medidas que pueden implementarse para que los clubes puedan sostenerse y poner, de una vez por todas, candado al cementerio de equipos. Sin tener que depender de un benefactor dispuesto a perder dinero, a una gobernación o un alcalde que en las elecciones de diciembre y abril podría dejar huérfano a otra escuadra. El caso del Lara incumbe a unos pocos pero que la historia se repita cíclicamente demuestra que el problema de fondo está en otro lado.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Dos futbolistas venezolanos fueron estafados en Omán


Luego de cuatro meses de llamadas y correos electrónicos, Ronald Giraldo y Yefferson Velazco decidieron confiar en Joseph Bertrand, el hombre que se les había presentado como un agente de futbolistas y quien les ofreció un jugoso contrato en la franquicia Sur Club de Omán. Tomaron el avión y viajaron más de 25 horas hasta la capital, Muscat.
Una vez ahí, los dos jugadores venezolanos entendieron que ocurría algo extraño. El hombre que tantas veces los había llamado no estaba, ni él ni su socio Vittorio Schettino, si no un amigo que de inmediato les echó por tierra los sueños del contrato millonario que les habían ofrecido. "Nos dijeron que teníamos que resolver. Nos metieron en un hotel y cada quien tenía que pagar su habitación", contó Velazco.
Ante un panorama distinto al que pensaban y a 13.000 kilómetros de casa, Giraldo y Velazco decidieron permanecer unos días más en Omán, junto a dos jugadores argentinos y uno brasileño, quienes también fueron engañados. Entrenaron con el plantel, octavo en la liga de 12 equipos del país árabe, intentando encontrar alguna solución, no obstante, la propuesta del club era mucho menor a la inicial. "Ni se acercaba", explicó Velazco, quien en un principio había comprado el pasaje de ida y vuelta por ser más barato, lo que les permitió volver.
Tras perder más de dos semanas en Omán, una buena cantidad de dinero y haber tenido que pasar los últimos días comiendo una vez al día, ambos futbolistas tomaron el avión de regreso, a tiempo para que Giraldo firmara con Portuguesa y Velazco con Yaracuyanos. "Al final no supe más nada de ellos, la última vez que hablamos lo insulté y ya", relató el volante desde San Felipe. Quien pudo escaparse probando apenas un sorbo de ese mal trago.